Algunos apuntes prematuros ante la victoria de Donald Trump

Nos hemos decidido a publicar este texto ( llamado originalmente Good morning Vietnam en el facebook de Jorge Aegis ) por su vigencia actual aunque se elaborara a raíz de la victoria de Donald Trump en las presidenciales americanas, y porque es un esquema claro y lúcido que nos ayuda a pensar cómo compite la izquierda contra un neofascismo blanqueado por los medios. Urgente, ¡reflexionemos y en marcha!

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Veo mucha desazón, sorpresa y malestar por la victoria de Trump, así que para variar me ha apetecido escribir algo polémico:

Lo primero es que han perdido todos los lobbies macroeconómicos, toda la maquinaria mediática y todo el aparato político tradicional estadounidense. Han perdido los tertulianos y el genio que hace las encuestas en USA. Han perdido todas las instituciones internacionales y grupos de presión. Han perdido el PP y el PSOE, que apoyaban a Hillary. Ha perdido Pedro Sánchez, que como no tiene bastante con lo que tiene aquí, fue a hacer el mamarracho a Estados Unidos para mostrarle su consideración a Clinton. Los estadounidenses tienen una palabra muy interesante para todo esto: el establishment. Es el establishment el que ha perdido. Cuando hablamos de ese “capitalismo salvaje” y de todas sus consecuencias, desde las privatizaciones, la competitividad, la deslocalización industrial, el individualismo, la economía especulativa, el TTIP, la ingeniería financiera, el cambio climático… estamos hablando de ese establishment que ha sido derrotado por un advenedizo. Ha perdido Hillary Clinton, criminal de guerra, con una enorme responsabilidad solo en la última década en lo que ha sucedido en Honduras, Ucrania, Siria, Libia, Afganistán, Palestina, Yemen o Irak (sí, también apoyó la invasión de Irak en 2003). Ha perdido la que era la candidata preferida de Al-Qaeda (no lo digo yo, lo dicen los talibanes). No me cansaré de repetirlo: la fundación Clinton ha recibido un montón de pasta del sumidero de mierda wahabita que son los regímenes del Golfo (Qatar, Arabia Saudí, Kuwait…), los mismos que financian al Estado Islámico. Sencillamente, Hillary ya había demostrado todo lo que tenía por demostrar.

El muro entre México y Estados Unidos del que tanto se habla ahora no es un sueño húmedo de Trump; ya lo empezó a construir Bill Clinton en 1994 y su existencia le ha costado la vida a miles de mexicanos y latinos. Lo que pasa es que la propaganda nos hace olvidar ciertas cosas. Por ejemplo, nos hace olvidar nuestros propios muros y nuestros Tarajales (15 muertos, 16 exculpados, ningún responsable y la causa archivada). En los dos mandatos de Obama se ha deportado a tres millones de inmigrantes, siendo el presidente que más ha deportado (más que Bush, Clinton, Bush Padre y Reagan juntos). Hillary Clinton, aka “la esperanza de los latinos”, era del mismo parecer, solo variaban los números pero no el fondo.

¿Y quién ha ganado? Pues un monstruo, que es el monstruo de la sociedad estadounidense. Porque no nos engañemos, tienen lo que se merecen como nosotros tenemos lo que nos corresponde. Porque el problema no es Donald Trump ni sus ‘exabruptos’, el problema son la sociedad estadounidense y los valores hegemónicos que encuentran su eco entre la mayoría, que sustentan todas y cada una de sus declaraciones. ¿Que es racista? Pues claro, como la sociedad estadounidense lo es, empezando por buena parte de los latinos y muy especialmente los de Florida, de origen cubano y boricua; unos huyendo de Castro y otros de conquistar su propio país, la última de las colonias en el continente. Ya les habéis visto defendiendo que no lleguen más inmigrantes latinos, porque les quitan el trabajo y les dan mala fama… ¿Que Trump es machista? Pues claro, producto de la sociedad asquerosamente patriarcal de los EEUU. En ese país, una de cada cinco mujeres universitarias es víctima de abusos sexuales. ¿En serio nos extraña que “le perdonen” los comentarios que hizo? Si es que no tienen nada que perdonarle, porque Trump piensa de las mujeres exactamente como una parte sustancial de la sociedad yanqui piensa, y tristemente como muchas mujeres se ven a sí mismas. Pero si hasta la “candidata feminista”, Hillary, por no tener, parece que no tiene derecho ni al apellido propio… ¿Que Trump es un multimillonario explotador y especulador y eso no le ha supuesto penalización alguna? Obviamente, porque esa es la base del pensamiento del “american dream”. Para un buen número de estadounidenses tal condición no es sino una inspiración. Trump tampoco debería preocuparnos en exceso, porque pronto será absorbido por el establishment, ya veréis. Y en cualquier caso, merece no perderse de vista aquel dicho de que “el fascismo –el imperialismo, decía Lenin- es la fase superior del capitalismo”.

Pero además de ese monstruo, han triunfado unas ideas interesantes, que son las de la recuperación de la soberanía nacional frente a la globalización económica. Son las mismas ideas que triunfan por toda Europa –incluido el Brexit- y Rusia, encabezadas en buena medida por la derecha populista y el protofascismo, porque la izquierda está en coma profundo, se ha olvidado de sus principios y está a verlas venir, una detrás de otra. El mundo que conocíamos se muere definitivamente. Estamos en el interregno, que diría Gramsci: lo viejo muere pero lo nuevo no acaba de llegar. Nos parecemos cada vez más a los años 30, pero ahora sin referentes para la izquierda. Desde que la CIA desarticuló a los Panteras Negras, no ha existido oposición al Régimen en los Estados Unidos. Lo más parecido que ha habido desde entonces ha sido el Occupy Wall Street y la candidatura a las primarias del Partido Demócrata de Bernie Sanders y sus propuestas socialdemócratas. Yo de estas elecciones lo único que espero es que sean los estadounidenses los que purguen sus pecados y paguen el precio de sus experimentos, y no los sirios, los cubanos, los coreanos o cualquiera que se ponga a tiro del famoso botón rojo.

Una reflexión de carácter cultural: Estados Unidos supone el 5% de la población mundial. Sin embargo, esa minoría demográfica coloniza absolutamente nuestra mentalidad, no solamente nuestra economía. He hecho una prueba porque venía intuyéndolo de hace tiempo y me ha servido para corroborarlo. De las películas que pueden visionarse en un cine de Valladolid mientras se escribe este artículo, el resultado es el siguiente: 12 películas, 11 estadounidenses y una española. Cero películas rusas, cero chinas, cero indias, cero europeas, cero africanas, cero latinoamericanas. Os invito a que escuchéis los 40 principales, Cadena 100, la Máxima o cualquier otra cadena y exploréis estas proporciones en cuanto a la música. Se me ocurren más ejemplos, pero no abundaré en ellos. ¿Debe tener un país que encumbra a un tipo como Trump a la presidencia esa hegemonía cultural sobre nosotros? ¿Qué nos están transmitiendo?

Los puntos clave de toda esta historia podrían ser los siguientes:

– Lo primero, Trump ha ganado sin tener pelos en la lengua. El electorado recompensa a quien habla claro y a quien le dice las cosas que subyacen en su fuero interno. Una lección para los que siempre andan midiendo el lenguaje, buscando estúpidos y engañosos equilibrios.

– Se percibe mucha decepción por Trump, que es el resultado, y poca reflexión sobre los motivos de ese resultado. Y a mí como historiador y militante me interesan más los factores causales que los acontecimientos y los personajes, que solo son consecuencias lógicas. Y quiero mencionar un factor que se ha pasado deliberadamente por alto entre tanta mención a la misoginia y al racismo, aunque hoy en algunos medios ya se ha hablado de ello. Trump ha ganado en el Cinturón de Óxido (Rust Belt), una serie de estados al Noreste que solían votar fielmente demócrata y donde Hillary se ha hundido. Era la zona industrializada, manufacturera y minera de Estados Unidos, una región que se ha visto especialmente afectada por la economía financiera, las deslocalizaciones y los tratados económicos internacionales. ¿Recordáis el Brexit? Sus partidarios se encontraban también entre la clase obrera golpeada por la crisis capitalista, en los alfoces de las grandes ciudades, en las zonas mineras, etc. Son dos fenómenos parecidos unidos por un pueblo trabajador votando con la esperanza de políticas económicas proteccionistas, reindustrialización y soberanía nacional. Y ese discurso lo ha homogeneizado la derecha populista y xenófoba. Como no había una izquierda transformadora y valiente defendiendo a la clase trabajadora y sus necesidades, ese voto también se lo han llevado los filofascistas. Y la tendencia es la misma en el Reino Unido, en EEUU o en la UE.

– El establishment occidental buscaba la estabilidad de los EEUU y es una de las causas de que le haya echado tantos billetes a la campaña de Hillary Clinton. Si Trump acomete algunas de sus medidas va a encender la mecha del polvorín que son ahora los Estados Unidos. No perdamos la perspectiva, con Obama los asesinatos de ciudadanos negros a manos de funcionarios del Estado se han disparado. Imaginaos lo que pasará con un candidato tan alegremente racista, apoyado por el KKK y otros grupos supremacistas. Y un “dato tonto”: uno de cada cuatro presos en el mundo lo está en los EEUU; uno de cada 100 estadounidenses adultos se encuentra en prisión. Antes de Trump la estadística nos decía que uno de cada tres ciudadanos negros en USA pasaría alguna vez por la cárcel. Los negros bajo el umbral de la pobreza triplican los blancos; los primeros ganan un 25% menos por los mismos trabajos que realizan los blancos. Más “datos tontos”, como que en Estados Unidos hay más armas de fuego que habitantes, tampoco ayudan a que se prevea una gran paz social.

Un deseo final para los estadounidenses. Que de esta ostia les saquen del coma en que llevan desde los ‘70. Que se reactive la disidencia política. Que se organicen los movimientos de resistencia al Régimen. Que la izquierda recupere el discurso y el lugar que le corresponde. Que se ponga fin al turnismo del burro y el elefante, que es el turnismo entre la derecha liberal y la derecha conservadora. Que se sequen las lágrimas y se cierren los puños, como decía Malcolm X.

 

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